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ROHINGYA, EL PUEBLO PROSCRITO


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ROHINGYA, EL PUEBLO PROSCRITO

DESDE AGOSTO DE 2017, LA MINORÍA ROHINGYA SUFRE LA MÁS GRAVE DE LAS OPERACIONES DE LIMPIEZA ÉTNICA A LAS QUE A LO LARGO DE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS LE HAN SOMETIDO LAS FUERZAS ARMADAS DE MYANMAR

Juan Ignacio Cortés - Amnistía Internacional

Miles de personas han perdido la vida y unas 725.000 han abandonado sus hogares en el estado de Rajine escapando a la vecina Bangladesh. Aunque existe un acuerdo para su repatriación, es una operación extremadamente complicada.

A finales del pasado mes de agosto, la Misión Internacional de Investigación de Naciones Unidas sobre Myanmar dio a conocer sus conclusiones, afirmando que los crímenes cometidos contra la minoría rohingya tienen detrás una “intención genocida” y los altos mandos del ejército myanmaro deberían responder ante la justicia del cargo de genocidio.

INVESTIGACIÓN DE AMNISTÍA INTERNACIONAL

Un par de meses antes, Amnistía Internacional había publicado su propio informe, documentando la extrema ferocidad con la que el ejército de Myamnar reaccionó a una serie de ataques del Ejército de Salvación Rohingya de Arakán, un grupo armado integrado por miembros de esta minoría que opera desde 2016.

La operación de limpieza étnica, asegura el informe, se llevó a cabo mediante una implacable y sistemática campaña en la cual las fuerzas de seguridad myanmaras mataron ilegítimamente a miles de rohingyas, incluso niños y niñas de corta edad; violaron y cometieron otros actos de violencia contra cientos de mujeres y niñas; torturaron a hombres y niños en lugares de detención; llevaron a la inanición a las comunidades rohingyas quemando mercados y bloqueando el acceso a sus tierras de cultivo; e incendiaron cientos de pueblos de forma selectiva y deliberada.

El pueblo de Chut Pyin fue tomado violentamente por los soldados el 27 de agosto de 2017. Las mujeres fueron llevadas a la escuela y violadas por turnos. Q. P., de 25 años de edad, relataba así lo que vio al salir del edificio: “Había muchísimos cadáveres... Algunos con disparos, otros con cortes... Había balas por todas partes… Había mucha sangre… No podía dejar de llorar”.

El ejército ha quemado viviendas en las que se refugiaban mujeres y niños y disparado indiscriminadamente contra civiles que huían de poblados arrasados. Por si todo ello fuera poco, colocó minas antipersona en las principales rutas de huida hacia Bangladesh.

LA PESADILLA HUMANITARIA DE COX’S BAZAR

Los alrededores de la ciudad de Cox’s Bazar, al sur de Bangladesh, se han transformado en un inmenso campo de refugiados en el que cientos de miles de personas se hacinan en precarias cabañas de caña y plástico. Han perdido todo y viven bajo la amenaza constante del hambre y la enfermedad. Muchas mujeres han comenzado a prostituirse para sobrevivir. Aunque diversas agencias de Naciones Unidas y el Gobierno de Myanmar firmaron en junio un acuerdo para la repatriación de los rohingyas, es muy dudoso que puedan volver a su país en condiciones de seguridad, entre muchas otras razones porque el ejército ha destruido, mediante el fuego o la demolición, cientos de poblados. Volver, ¿a dónde?

Amnistía Internacional hace un llamamiento urgente a la comunidad internacional y pide, entre otras medidas, un embargo de armas a Myanmar y que los responsables de los graves crímenes y violaciones de derechos humanos cometidos sean juzgados.